Las gotas en el vaso

Lo siento pero no me lo creo. Quizá sea que soy escéptico por naturaleza, quizá sea que soy un desconfiado recalcitrante, quizá sea que después de escuchar a Armstrong negar durante años por activa y por pasiva su militancia en las filas de los dopados he perdido por fin mi ingenuidad.

Gunduz Ismayilov fue dopado por su ex novia por despecho.

Esto ha sido la gota que colma el vaso de mi credulidad. Lo siento pero no me lo creo.

Sabemos que donde haya dinero habrá tramposos. Lo sabemos desde hace siglos, y no sólo en el mundo del deporte. El deporte profesional no existe, es un oxímoron. Si alguien cobra por lo que hace no lo hace por deporte sino porque es su trabajo, su medio de vida.

Cierto es que cada cual pone el listón donde le da la gana, y no es menos cierto que hay quienes no tienen vergüenza en ponerse el listón demasiado bajo. Pero todos, todos sin excepción, tenemos un precio, y no necesariamente en dinero contante y sonante.

Así que también yo puedo pensar que la novia ha sido contactada para decir lo que ha dicho.

Dice la noticia que la chavala le puso el estanozolol en una bebida: ¿en gotas o en polvos, en vaso o en botella? Quiero suponer que (1) hace falta tomar algo más que una dosis en un vaso para dar positivo, y (2) que nadie lleva por ahí estanozolol a granel. ¿Es que la chica lo llevaba para consumo propio o distribuía tabletitas de estanozolol por ahí a diestro y siniestro en la villa paralímpica? ¿Se la va a investigar entonces? ¿A cuántos distribuyó el estanozolol que ellos lo supieran?

Esto me recuerda aquella leyenda del «venteconmigo», una supuesta sustancia que mezclada con la bebida de una joven hace que ésta de pronto encuentre atractivo a su fraudulento seductor y caiga rendida en sus brazos para consentir en hacer con él su voluntad. Sabemos que es posible, pero después de bastantes… dosis, y con cierta colaboración cargada de ingenuidad por parte de la infortunada.

Antes corríamos el peligro de doparnos comiendo la puntita de un filete. Y ahora va a ser que nos andan dopando por ahí y nosotros sin saberlo. ¡Mira qué fuerte estoy así de repente y me he ganado una medallita paralímpica!