Trabajar para comer

Estos días leemos la noticia de que un chaval gallego, cansado de que la federación de piragüismo no le haga caso, se va a trabajar a los Estados Unidos. Parece que el mozo ha disfrutado de algún éxito deportivo en el pasado. La noticia se recoge en el rotativo La Voz de Galicia, y el caso es que no entendemos qué tiene de noticia.

Pues ni más ni menos que unos cuantos miles de españolitos y españolitas que, bien o mal preparados por las flojas universidades españolas, salen a ganarse los cuartos al extranjero mientras el país se llena de extranjeros y extranjeras que ni trabajan ni van a hacerlo nunca. Cuando llegue un gobierno que destine las ayudas sociales a los que han producido, todos estos vagos que se han profesionalizado en vivir del Estado se irán. Alguno quedará incrustado en el tejido social, arañando lo que pueda para continuar viviendo sin trabajar. Son tantos que todos tenemos ejemplos en nuestro barrio, en nuestro pueblo.

La noticia incide en que el chico tiene madera de piragüista, y entre líneas se puede advertir que carece de formación y que se va al país de ultramar porque disfruta de algún contacto. Al no decirse tan a las claras que es un licenciado como sí se dice que tiene no sé qué plusmarcas, podemos dar por sentado que carece de preparación universitaria.

¿Y qué es lo que quería este muchachito? ¿Qué buscaba? Lo diré: que la federación en comandita con el CSD le busquen un puesto de trabajo. Les han acostumbrado a entrenar durante diez o quince años para luego retirarse con la plaza de policía nacional o como gerente del servicio deportivo municipal de algún pueblaco aledaño al suyo.

Conozco algunos deportistas de alto nivel que tendrían problemas para despejar la incógnita de una ecuación de primer grado o para resolver a lápiz una división con decimales en el numerador; si además tuviera un par en el denominador, apaga y vámonos.

Que sí, que se esfuerzan mucho. Otros también hemos sido deportistas de alto nivel (no reconocidos por organismos deportivos porque esa clasificación oficial ni siquiera existía) y hemos entrenado tanto o más que estos adonis, teniendo que currarnos además las habichuelas antes, durante y después de nuestros éxitos deportivos. No había centros de alto rendimiento donde vivir muellemente a costa del dinero del contribuyente. No había planes ADO, y por supuesto nos pagábamos los viajes a competir donde fuera. Tampoco existía la vorágine mediática que ahora nos inunda. Debíamos compaginar estudios o/y trabajo con entrenamientos. Finalizada la vida deportiva, a buscar curro donde fuera. Pero hicimos lo que nos gustaba; igual que estos exigentes con el dinero público (y nunca satisfechos) deportistas modernos, que entrenan porque les gusta.

Siempre he dicho que un competidor es una persona enferma, si acordamos que cualquier obsesión cabe dentro del abanico de las enfermedades mentales. Un competidor se obsesiona con su forma física, nada le parece suficiente, y abandona las salas de entrenamiento exánime, exangüe. Ahora a eso lo llaman vigorexia. Y encima hay que premiarles por hacer lo que les gusta con un trabajo de por vida. Buena suerte en los USA, chaval. Y estudia. Será mejor que la piragua, por mucho que te guste ésta y no lo otro.

(Ya estoy oyendo la vieja y aburrida letanía de que si representan a España, de que si defienden la bandera, argumento inconsistente que he desmantelado en varias ocasiones en este blog y en el viejo blog. Los cientos de universitarios españoles que se ven obligados a buscar trabajo en el extranjero sí que representan el potencial de nuestro país, que no a nuestro país. Lamentablemente, a pesar de haber sido formados con dinero público español, su cosecha redunda en beneficio de empresas extranjeras).