Un país de chichinabo

Miguel Cardenal, presidente del CSD y secretario de estado para el deporte, ha abierto la boca y como consecuencia de ello ha subido el pan 10 céntimos.

Al polémico Lissavetzky le dimos caña hasta en los sobacos, y éste, paisano de quien tuerce estos renglones, se está librando por la inapetencia que tengo para escribir (criticando) sobre el deporte y la sociedad. En parte porque ha concluido el tiempo de protestar y es llegado el de pasar a la acción.

Pero vayamos a lo que ha dicho Cardenal hace tres días (que ya tiene tela ser secretario de estado para el deporte y apellidarse cardenal…): «El fútbol español se sanea […]». Y ya hoy podemos leer que «Bruselas investiga al fútbol español por ayudas ilegales: La Comisión Europea abre expediente a Madrid, Barça, Athletic, Osasuna, Valencia, Elche y Hércules». Curiosamente 3 clubes en la problemática Comunidad Valenciana, fuente inagotable de escándalos públicos. Los otros cuatro se ven inmersos en esta polémica al mantener aún la forma jurídica de club deportivo y no de sociedad anónima deportiva.

En la misma noticia, Joaquín Almunia ha dicho: «Los clubes de fútbol profesional deben financiar sus costes de funcionamiento y sus inversiones aplicando una buena gestión financiera en lugar de hacerlo con cargo al contribuyente» (el subrayado es mío). Ya… ¿Y sólo se han abierto investigaciones a 7 clubes españoles?

Puestos a leer, abunda la noticia: «Otra investigación examinará la permuta entre el Ayuntamiento de Madrid y el Real Madrid de los terrenos de Valdebebas, en donde se ha construido la nueva Ciudad Deportiva». Ya… ¿Y las instalaciones construidas por la Real Federación Española de Fútbol en Las Rozas sobre las que pesa sentencia firme de derribo? ¿Para cuándo el derribo y la restitución de los terrenos a su estado original? ¿Para cuándo la investigación a federaciones deportivas? ¿Por qué se consiente que entidades que se constituyeron para regir el deporte amateur gobiernen a su antojo el deporte profesional, que debería estar regido por empresas, con todo lo que ello conlleva de ahorro e ingresos para las arcas públicas?

Sobre el R.Madrid y sus acuerdos con el Ayuntamiento nos abren los ojos en esta noticia, donde se nos dice que «quedó pendiente un fleco de 70.000 metros cuadrados» (unos 10 campos de fútbol bien abundantes). Joder con los flecos… En trece años el fleco pasó de valer 600.000 euros a tener un valor de 22.700.000 euros (nadie creerá el terreno valga ese pastón para construir 10 campos de fútbol). El último párrafo de la noticia es demoledor. ¡Léanlo!

Abrió la boca el Cardenal con lo de que el fútbol español se sanea y también hoy nos desayunamos leyendo: «Nueva demanda contra el Barça, esta vez por impago en la construcción de la Masía». Si eso es estar saneado… Si usted abre una tienda de frutos secos en el barrio o en el pueblo y no paga en dos meses consecutivos a sus proveedores, llega el aparato del Estado y le embarga la tienda. En el fútbol esto no pasa. ¿Y tan sólo 7 entidades futboleras investigadas por ayudas públicas ilegales? ¿Qué pasa con toda la deuda a Hacienda más la deuda a la Seguridad Social? (dinero que adeudan al contribuyente, señor Almunia). Ah…, que le han encontrado nombre… Se le llama «la deuda histórica del fútbol», y por el simple motivo de definirla con nombre propio ha desaparecido la prisa para ejecutarla.

—Pero adónde vas, laaguja, si sólo se le reclaman 250.000 euros de nada (media vida laboral de un currito a mil euros al mes)… ¡Qué escandaloso eres!

Sí, pero es que en esa noticia nos aseguran hay otra demanda contra el Barça por 100 millones de euros esperando en los juzgados. Y eso que el fútbol español está saneado, como nos dijo el Cardenal.

Paralelamente a este debate surge otro soterrado que para quien escribe estas líneas debería tener mayor calado: «De Guindos no ve conflicto de intereses por ser Almunia del Athletic».

¿Y por qué iba a haber conflicto de intereses cuando un profesional de la política, competente y honrado (no se rían, por favor, que trato de hablar en serio) ha de hacer su labor sin que le pese la mano? La respuesta a la duda nos la da el mismo que la plantea aunque lo haga en forma negativa o inversa: «Yo soy del Atlético de Madrid y no tengo ningún conflicto de intereses, aunque en mi corazón pesa mucho el sesgo atlético» (el subrayado es mío).

Siembran la duda, encogen la mano, sonríen y dicen aquello de «no va conmigo». ¿Pero es que son idiotas o qué? En el principio fue la religión, luego la ideología política. Ahora es el futbolismo, nueva religión ideológica de la que los menos capaces se hacen militantes. Como esos vulgares aficionados que carecen de estudios, carecen de cultura, carecen de cerebro… Y así son los políticos que pagamos.