El boxeador en alpargatas

El pasado sábado 17 de agosto el valenciano Kiko Martínez se proclamaba en Atlantic City campeón mundial del peso supergallo por la IBF (Federación Internacional de Boxeo) venciendo en el sexto asalto al colombiano Jonathan Romero, que hacía su primera defensa.

Tras ganar el título supergallo de la IBF le tocó el turno de hablar sobre el ring a Kiko «la Sensación» Martínez, entrevistado por Max Kellerman, y sí que causó sensación lo que dijo. Pero no fue sólo lo que dijo, sino cómo lo dijo. Frases propias de aquella España de lentejas los viernes que nos avergonzaron a más de uno por la palurdez exhibida por el flamante campeón.

Los gringos saben organizar este tipo de eventos, que adquieren relevancia mediática en todo el país y en el resto del mundo, y como consecuencia de este buen hacer se han ido creando una serie de iconos y clichés que se han convertido en la imagen del boxing-bussiness. Los cuadriláteros llenos de luces con torretas metálicas que se elevan al cielo desde cada esquina, cámaras que prácticamente te meten en la boca del boxeador durante los descansos, puestas en escena muy elaboradas que van elevando el clímax del espectáculo, un par de presentadores de gran calidad conocidos por los aficionados al noble arte en todo el orbe: Michael Buffer y Jimmy Lennon Jr., sin desmerecer a los que vienen respaldados por un gran trabajo, entre los que ya destaca por méritos propios el hispano Lupe Contreras. Y tras el combate suben al ring entrevistadores carismáticos que con preguntas inteligentes extraen las impresiones de los protagonistas tras la batalla. Todo ello muy americano, muy profesional, y con mucha categoría.

La escena que nos sonrojó ocurrió cuando el español dijo que estaba muy alegre porque a Michael Buffer sólo lo veía por la televisión y que estaba dichoso porque había dicho su nombre. Y continuó diciendo tal cúmulo de «boludeces» que esperamos que el traductor no supiera reflejar la catetez de nuestro compatriota.

No encontramos en Internet el vídeo del combate ni de las declaraciones posteriores sobre el ring, pero lejos de dejarnos encandilados como propone nuestro compi de Boxeo Veleño a nosotros nos pareció algo chabacano, carente de gusto, y que dejó a la altura que se merece a esta España pseudodemocrática en la que durante los últimos treinta y cinco años cada presidente de gobierno ha sido peor que el anterior. Afloró la España del sainete y la opereta, la España del desencanto: ridícula, delirante, mediocre, extravagante, disparatada, esperpéntica, desnortada, desquiciante. Y con todo ello también apareció la España casposa del cutrelux, esa del camarero de pelo en pecho, abierto el botón del esternón; la España carpetovetónica, rancia, meapilas y mitómana, plagada de clichés patrioteros y españolismo caduco.

La España de la alpargata, la del botijo, la de la boina y la pandereta, pero también la España del botellón legalizado y de las macrofiestas sin protocolos de seguridad, la del paro desproporcionado que es la misma España del fútbol-opio, la de la xenofilia hasta quedar alienada, la España de los horarios infantiles de madrugada pero de la telebasura por las tardes, la de los robos reales y la de los banqueros impunes, la de los políticos sin perfil académico pero con perfil en el feisbu, la España de las vendettas a los jueces que investigan lo que no deben, pero también la España de los coches oficiales y la de las mafias instaladas en el confort de la Costa y el Sol, la España de las autonotaifas, la de los miembros y miembras, la España de los fines de cita, donde manda más un tonto o tonta del haba o del habo con cargo o carga que un académico con veinte libros publicados, la España cuyos hijos no llegan al Nobel pero inventa premios con bombo y boato que pagamos todos para promocionar a una familia aunque ninguno de los padres naciera aquí, la España que caza osos y elefantes y se las pira precipitadamente a ver al jeque para librarse del funeral de uno de sus hijos más insignes, la España donde los periodistas son protagonistas y los protagonistas se meten a periodistas, la España del colorín y la del qué guapas estás Leti aunque vistamos alpargatas con agujeros en la suela, tengamos reseco el botijo porque el agua es de los de arriba y no la dan, nos hayan robado la boina unos inmigrantes hambrientos para revenderla en el rastro sin aplicar el 21% de IVA y a la pandereta le hayamos sustraído el parche para masticarlo y tragar.

En fin, Kiko, que no es culpa tuya, sino de las mil y una logses que tienen sumergidos en un mar de dudas a nuestros benjamines cuando se les regala una fracción con guarismo decimal en el denominador. Pero qué les vamos a pedir a nuestros infantes cuando las estrellas del Balompié y los astros del Congreso tardarían 3.600 segundos en darnos el resultado de multiplicar 305’07 por 7’0609 con lápiz y papel.

¡Hala, majo! Pellízcate tú mismo que ahora eres el campeón supergallo (que encima suena a chirigota), pero si eres listo no vuelvas, que vas a pagar impuestos allí en USA y aquí en UTA (Unión de Taifas Autonómicas). Tú serás español, español, español, pero aprende cómo lo hicieron los chicos millonetis del marqués Del Bosque que también bailaron al son del kazachok hispano pero prefirieron pagar en Sudáfrica a los sudafricanos para ahorrarse pagar unos duros al fisco español, español, español.