A otro perro con ese hueso

El caso de «Filete» Contador no coletea, sino que aletea. Van a estar dándonos la murga con un tema que es más simple que el mecanismo de un chupa-chups.

Si el cuerpo no genera clembuterol de forma natural has de explicar cómo entró eso en tu organismo. Y aducir que se debió a la ingesta del pico de un filete (recordemos que el resto del equipo comió del solomillo y no dio positivo) se me alcanza una disculpa bastante pueril. Es más, si damos validez a pulpo como animal de compañía, se abre un rosario de disculpas semejantes para cualquier deportista.

Por otro lado el fallo tiene su aquél. A «Filete» le sancionan con dos años, pero podrá volver a competir dentro de seis meses. Sí que le desposeen de los títulos conseguidos hasta ahora, pero… ¿qué hay del dinero? No he leído que tenga que devolver ni un céntimo de los premios (aunque sí parece que va a llevarse un varapalo económico).

En estos casos no basta con mirar a los ojos de un presidente autonómico para que su señoría certifique la veracidad del aserto «no me he dopado».

Así que, por favor, no nos den más la murga con el caso de «Filete» Contador, que todavía le va a salir barato.

¡Ah!, permítanme otra reflexión. Ahora que «Filete» ha sido condenado ya podemos decir que Contador es un dopado sin temor a que el chaval nos denuncie por calumnias (imputar un delito a una persona sin que podamos demostrarlo). Pero si el tío apela y le dan la razón dentro de un año pongamos por caso, entonces… ¿tendremos que borrar lo que se dijo tiempo atrás? ¿Habrá que desdecirse públicamente? ¿O puede quedar fechada nuestra aseveración de que el chaval es un dopado? Complicado cada vez más este mundo de los derechos que interactúan y se interrelacionan.

Actualización del 09.02.2012 a las 02:37
He aquí bien explicado el por qué a la sentencia condenatoria a Contador.

Igualados en mediocridad

Superada la arcada producida por los más de 70 muertos con la disculpa de un partido de fútbol en Egipto (vídeo), me decido a escribir las siguientes líneas que me vinieron a la cabeza el día de la tragedia (vídeo).

Alguien en mi entorno comentó al conocerse la noticia que «por ahí están sin civilizar», en referencia al aparente tercermundismo de todo lo que no sea Europa y cuatro países más. Pero me temo que por aquí estamos igual. Recordé que hará un par de años unos descerebrados seguidores del Sevilla se citaron por Internet en Gijón con otros de igual encefalograma plano, seguidores del equipo local, para librar una batalla campal en el centro de la ciudad aprovechando el desplazamiento de los primeros a presenciar el partido que enfrentaba a ambas escuadras. También me acordé de los disturbios que protagonizaron los seguidores del equipo más popular de Marsella con la Policía Nacional en un estadio de Madrid, en los que otro individuo sin cociente cerebral reconocible, francés de ascendencia española, cobró un protagonismo que amenazó con alcanzar a las esferas diplomáticas entre ambos países, y para más recochineo fue recibido como un héroe en aquella ciudad mediterránea tras su paso por las celdas españolas, donde se sirve un menú de cuatro comidas diarias a cuenta del contribuyente.

Si en aquellas ocasiones los disturbios no se saldaron con varios centenares de muertos fue sólo una cuestión de clímax, no de civilización o cultura. En una de estas se va a armar una similar en un país tan occidental como el nuestro, porque entre otras cosas a la juventud se les bombardea a diario con una mierda de programación en la televisión, con videojuegos cada vez más caníbales y realistas, con una pésima educación académica y cívica, con el aplauso institucional a la cultura del etílico, con el encumbramiento de ídolos cada vez más incultos y más millonarios (léase el caso del futbolista que reconoce no haber leído un libro en su vida, aunque empezó «Yo soy el Diego» —biografía de su ídolo— y fue incapaz de acabarlo), y con el enraizamiento de una clase política que ha echado a pique todo un país (y que lo va a hundir más todavía… al tiempo).

Con semejante batido social, ¿qué podemos esperar? Pues que una tarde cualquiera nos acerquemos a la macabra plusmarca establecida por los egipcios.

Con cierto disimulo

Al loríbidi que el equipito de los ‘madridolímpicos’ siguen adelante: «Madrid 2020 ya tiene logo y web». A la chita callando estos tíos siguen tirando pa’lante. No les interesa ya que se les dé tanta cobertura mediática como antaño, pero continúan erre que erre con una idea que ha dejado de tener calado en la ciudadanía.

Mientras Madrid se llena de parados, de desahuciados, de trabajadores en el umbral de la pobreza; mientras se congelan o se bajan los sueldos de los currantes, se les suben los impuestos, el transporte, el combustible, el gas, la luz, el agua y el teléfono; mientras el país está sin gobierno, unos porque ya no están (a dios gracias) y se pelean entre ellos, otros porque son nuevos (qué miedo dan) pero no tienen ni puta idea de lo que hay que hacer; mientras todo eso ocurre este grupito de iluminados esperan obtener los réditos que la esperpéntica idea otrora aplaudida por la plebe ha de procurarles, siguen adelante sin empacho ni rubor, con desparpajo aunque sin tanta chulería: los Lissavetzky, Blanco, Gallardón, Coghen, a los que se suman los Cardenal, Botella, Castrejana, el pequeño Samaranch… En fin, toda la caterva de ilustraditos que han perdido por el camino (mejor para ellos) a los Urdangarín pero continúan contando con el aliento de la Casa Irreal.

Quizá no interese en mitad de la caída libre en la que nos sume la crisis económica, financiera, política e ideológica darle publicidad al desmán que supone gastarse una porrada de millones en volver a optar a un nombramiento que sólo servirá para generar un gasto mayor sin fin. La clase política ya nos ha demostrado que son capaces de hundir el país. Por el camino nos irán dando música para nuestros oídos, como que no hace falta invertir porque en Madrid ya está todo construido (aunque para 2020 estará todo tan obsoleto que habrá que renovarlo), o que para 2020 la crisis ya estará superada (aunque las multimillonarias inversiones habrá que hacerlas aún con el cuello dentro del agua). En la crisis hemos caído de golpe, pero saldremos de ella a golpes y tras muchos años (¿ocho?), y estos avispados quieren engañifar al pueblo con una bufonada grotesca. O nos movilizamos o nos hunden más mientras ellos nadan en sus pingües negocios.

Una pena tanta comedia

Me he puesto a ver el Málaga-Sevilla con mi hijo el pequeño que (no es del todo culpa mía) me ha salido futbolero. Está siendo un partidazo (ya es raro que me haya quedado a ver toda la primera parte), con mucho ritmo y buen juego. Pero es una lástima que un grupito de jugadores (por ambos equipos) se estén dedicando más a fingir faltas o/y a exagerar los pequeños golpes que se llevan que a correr y a jugar. Esa no es una actitud profesional.

No parecen hombres sino muñequitas (al más puro estilo Andrés Iniesta, que chilla y se tira cada vez que alguien se le acerca). A lo mejor estos jugadores buscan un fútbol-baloncesto donde no se pueda tocar al que lleva la pelota, pero me temo que llegado el caso dejará de ser un deporte que engancha por lo que tiene de viril su puesta en escena. Repito para los que acaben de llegar: no me gusta el fútbol profesional.

Actualización a las 23:20 h. Acaba el partido y el bajón de juego ha sido considerable. Estos tipos gastan demasiada energía en gesticular, tirarse (o dejarse caer tras forzar el contacto), fingir y protestar. Se ve que la tarjeta amarilla es demasiado botín y ponen más empeño en conseguir que se la saquen a un rival que en proseguir el juego. La emoción se ha mantenido por lo incierto del resultado, pero me he aburrido en esta segunda parte. Sí, sí, ya sé… el rollo ese de las 180 pulsaciones… Una disculpa que ha calado en el aficionado. Me pregunto qué hacen en rugby, boxeo, fútbol americano o kickboxing para que no se les vaya la pinza.

Leyes a la carta

«El Gobierno español anuncia una reforma de la Ley Audiovisual que hará inviable el canon radiofónico». Y digo yo, pobre currito ignorante de mí, ¿no estaría mejor dedicado ese Gobierno español creando riqueza y no subiendo impuestos a tontas y a locas y llevando a los curritos compatriotas al umbral de la pobreza con recortes salariales salvajes? Pero veamos en qué charco se van a meter estos gualdrapas del actual (des)Gobierno español.

La liga futbolera es una liga privada, al menos mientras la federación en la que se integra la LFP siga siendo una entidad privada, como recoge el artículo 1.1 del decreto que regula el entramado federativo del país.

Nos están diciendo que si un grupo de amigos organizamos una liga de fútbol chapas o de Blood Bowl, un suponer, y de repente esta liga cobra un desmedido interés público (más allá de los cuatro frikis que lo jugamos), tendríamos que permitir que las radios, amparándose en una mal entendida «libertad de información», vengan a dar cobertura a nuestra liga (liga privada –aunque cobremos entradas– que no liga pública). Y esto ocurre en un Estado que se dice reconocedor y garante de la propiedad privada, desde la material hasta la intelectual (ahí están todavía esos aberrantes proyectos de ley que califican de pirata a todo usuario de un bien público como es Internet o a todo propietario de una impresora).

Claro que mientras que ese mismo Estado siga arrogándose el derecho de «Calificar las competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito estatal» (artículo 8.e de la ley del deporte), delegando «funciones públicas de carácter administrativo» en las entidades privadas llamadas federaciones españolas (artículo 30.2 de la ley del deporte), a lo mejor sí que tienen derecho sus señorías a legislar lo que les salga de las meninges.

¿Y si la federación española de fútbol y la liga profesional que se integra en ella decidieran no asumir aquella delegación dejando que sea el propio Estado quien organice sus campeonatos nacionales? Ahora que ya sabemos que los políticos son capaces de hundir un país, qué no harían con una liga de fútbol…