Archivo mensual: julio 2015

Un ministro chocho, gagá, decrépito

El ministro de interior de España ha arremetido contra uno de los súbditos de esta corona. A Jorge Fernández Díaz, vallisoletano de nacimiento con apellidos castellanos, aunque en su pasado político figura haber sido presidente del PP de Cataluña durante dos años, le ha molestado que el actual entrenador del Bayern de Munich haya optado por presentarse a las elecciones catalanas cerrando la lista de los independentistas.

Entre las memeces que recoge El País y que se escucharon en la episcopal COPE, siendo luego recogidas por Europa Press (todas fuentes de reconocida solvencia), el ministro dice que el ciudadano Guardiola no puede dedicarse a la política y seguir siendo entrenador.

Alguien del PP debería decirle a Jorge Fernández que un ministro de España no puede andar diciendo sandeces por la radio. Todos entendemos que ir el último en la lista independentista (que esto es lo que le tiene a mal traer al ministro, porque si Guardiola se presentara por el PP apuesto a que no hubiera abierto la boca) no implica compromiso de dedicarse a la política, y que se trata de un mero gesto. Debería admitir el ministro que lo que no es de recibo es dedicarse a la política nacional siendo a la vez asesor en empresas internacionales y multinacionales. Si el ministro quiere hacer algo por este país puede leer mi crítica anterior, que me da que le incumbe a su ministerio mucho más que el hecho de que un afamado entrenador sea o deje de ser independentista, opte o deje de optar por ir en una lista electoral, la cierre o la encabece. Y si este hecho se le antoja tan grotesco, en su mano está legislar para que los entrenadores no se dediquen a la política, ni los de fútbol ni los demás, ni los afamados ni los de base (el entrenador del equipo de fútbol de mi pueblo es ahora concejal: ¿le parece al ministro algo «triste y lamentable»?).

También le aprieta el zapato al señor ministro por el hecho de que Guardiola jugara con la selección (de la federación) española de fútbol. Y comete el error de enjuiciar ese hecho como lo haría cualquier patán en cualquier taberna de España. Un ministro no puede permitirse el lujo de hablar coloquialmente en una radio, estando obligado a utilizar siempre un habla formal cuando se dirige al público. Empero reconozco que es posible que a pesar de ser ministro (no se exige superar ningún examen para ser ministro; es más no se exige superar ningún examen para pasar de la vía privada de la política a la vida pública en la política) al hombre no le alcance para ver que TODOS sin excepción juegan con la selección (de la federación) española de fútbol por dinero. Son profesionales y juegan por dinero, igual que el señor ministro está en política por dinero, y posiblemente por otras cosas. Pretender lo contrario es querer confundir el culo con las témporas.

Tenemos además una absurda ley que obliga a los profesionales a abandonar sus intereses para jugar con la selecciones de las federaciones españolas so pena de ser sancionados. Que yo recuerde ese punto no se ha modificado en la ley del deporte, pero tampoco me voy a tomar la molestia de buscarlo salvo que algún desinformado (como ya ocurriera con la vieja bitácora) me dijera que no existe tal obligación.

No deja de ser triste que paguemos a ministros tan lenguaraces como Jorge Fernández. Es ministro de interior… debería saber que la ley obliga a los deportistas españoles a participar en las convocatorias de sus selecciones, y que un entrenador puede ejercer su derecho a ser políticamente elegible. Y que todo es perfectamente legal, tanto el ser obligado a participar en las convocatorias de una federación deportiva española a pesar de no querer hacerlo como el ser elegible en una lista de un partido político legalmente constituido. En su mano está cambiar ambas situaciones. Que opte por cambiar la más grotesca.

Alipori, indignación, impotencia (con goles)

Por este orden me han asaltado las sensaciones mencionadas en el titular al leer la noticia que me hace llegar El País:

• Abogados del Estado pleitean contra España fichados por fondos ‘verdes’

Debemos respetar la independencia personal de cada uno, pero no se puede aplaudir —ni siquiera permanecer inerte— ante la burla que algunos abogados del Estado dedican al país y a sus instituciones, mofándose a continuación del contribuyente de nómina (el que la tenga) que no lo está pasando nada bien con la caída y permanencia en esta ya sempiterna crisis.

Venir a comparar la traición a la lealtad que debería serles exigida por alguna de las miles de leyes que ha parido nuestro inane Congreso con un partido de fútbol es vergonzoso.

Estos «demasiao-bien-pagaos», después de conocer por dentro la maquinaria del Estado español, de haber sido formados con dinero del Estado, piden una excedencia para ganar pingües sueldos mercenarios atentando contra la mano que les ha dado de comer.

Cierto que no estamos en tiempos de guerra y que no podrán ser acusados de alta traición… Pero nuestro feble Estado, capitaneado por cada vez peores presidentes del Gobierno (desde el comienzo de la democracia cada presidente del Gobierno español ha sido peor que el anterior), debería prohibirles la reincorporación a sus puestos de trabajo, negarles los beneficios fiscales que les correspondan e incluso poner en tela de juicio su nacionalidad española.

Vivimos en el mundo de la desvergüenza, de la desfachatez, de los caraduras… Pero venir a decir que les gustaría meter goles para España cuando sus servicios nos pueden acabar costando una millonada en euros a todos los españoles es para investigarlos hasta la última coma, hacerles la vida imposible en el país al que traicionan, y pedirles muy amablemente que desaparezcan de la Piel de Toro. Me pregunto si alemanes, americanos o franceses se atreven a cometer tamaña tropelía; y si la llevan a cabo me pregunto también si vendrían justificando su desleal acción parangonándola con el maldito balompié (panem et circenses para un pueblo inculto y alienado).

Y no es que quien suscribe vaya de patriota, que sobre eso he dejado escritas muchas páginas en este y en el viejo blog. Es que bajo cualquier otro sistema de gobierno que me fuera más grato (y no este oxímoron) seguiría pidiendo lo mismo. Y aún lo conseguiría.