Deporte: panacea universal

Relatan los historiadores que en tiempos del medievo, y aún antes, existía gente estudiosa, llamados alquimistas, cuyo motivo de estudio caminaba a caballo entre la superstición, brujería o magia, y la ciencia propiamente dicha, abarcando esta alquimia algunas otras disciplinas más.

Entre las infructuosas búsquedas de estos alquimistas se encontraban la archiconocida piedra filosofal, el elixir de la vida (o de la inmortalidad) y también la panacea universal; era ésta un pretendido medicamento que curaría cualquier enfermedad humana.

En nuestra época actual los alquimistas medievales estarían de enhorabuena y felicitarían a nuestros políticos, auténticos alquimistas contemporáneos, herederos de aquellos merlines que fraguaban imperios a base de intrigas, que manifiestan con avilantez haber encontrado finalmente la cura a todos los males que nos asolan tanto como individuos que como colectivo: el deporte.

Sirvan, pues, ejemplos obtenidos sin mucho esfuerzo leyendo las secciones deportivas de algunos medios de comunicación de estos días atrás:

Si estoy en lo cierto… me da que nuestros políticos (con la ayuda de los periodistas, estén o no a sueldo) sólo nos venden humo. Y nosotros lo tragamos obedientemente.