Deporte y política a la italiana

La noticia me ha dejado un sabor ambivalente, agridulce… me ha puesto a pensar: Dimite la ministra italiana del deporte.

La aún muy atractiva Josefa Idem (1964), supermedallista olímpica y multilaureada mundialmente, ha tomado la decisión más sencilla… y la más difícil: ha dicho adiós a su sueño político.

Unos dinerillos de nada distraídos con buena voluntad hace unos seis años han sido la causa. Infórmese, apreciado lector, en la noticia enlazada, y proseguiré con mi monólogo.

Días antes de tomar esta decisión había sido insultada sin contemplaciones, como suele producirse a menudo en el país transalpino, gentes con las que nos unen enormes afinidades.

Pero la ahora ex ministra ha tomado una decisión impropia en el mundo latino. Y es que tiene ascendencia germana. ¡Ah!, he ahí la explicación a semejante coherencia.

Nuestros políticos españoles se han atado de por vida al sillón y de ahí no los vamos a arrancar ni que los quememos con la casa donde rigen los designios del pueblo (ayuntamiento, junta, parlamento…). Ingente calaña de buitres voraces.

Lamentablemente no cundirá el ejemplo y a estas horas muchos colegas aunque no necesariamente correligionarios ni compatriotas de la guapa Josefa se están desternillando (descuiden, que de la risa tampoco se van a caer del sillón).

Pero Idem ha obrado como lo habría hecho cualquier deportista (que no fuera español o/y político), y ha aceptado esta derrota con total deportividad.

Sí es preocupante la vehemencia con que la canalla la ha zarandeado, y es que me temo que el contumaz nacionalismo de aquellos lares ha hecho acto de presencia, o por mejor explicarme, ha asomado las narices sin dar la cara.

La misma irascibilidad se produce con el negro Ballotelli; conocido como «SuperMario» por su poderío y calidad, goleador y resolutivo con la Azzurra, los tifosi no le perdonan ser negro y haber nacido en Palermo por accidente. Esto del color de la piel no deja de ser algo anecdótico; sin embargo sus propios aficionados le reciben con pancartas en las que afirman que ningún italiano es negro.

En Bilbao lo tienen más claro con el asunto de los negros, y si juegan bien, serán negros bilbaínos o vascos (aunque no euskaldunes de pura cepa, con el RH en regla y pedigrí oficial —lógicamente—, y es que el diálogo del Athletic no versa sobre nacionalismos sino sobre sentimientos deportivos, si es que éstos existen en el mundo mercantilizado del fútbol profesional). Eso sí, requisito indispensable para jugar en San Mamés —a partir de la temporada que viene San Mamés Barria— es jugar bien. Los blanquitos que no jugamos bien tampoco contamos para el equipo.

En fin, que el joven Mario se ha lesionado antes de jugar las semifinales de la Copa Confederaciones (otro chollo millonario) y me ha entrado la curiosidad por saber si los tifosi más «cazzurris» prefieren que sus futboleros millonarios ganen con el negro o pierdan pero sin color en el equipo.

Y hablando de fútbol y de italianos, y cerrando este hilo sobre deporte, nacionalismos, racismo e italianos (y vascos), la noticia de que «La policía fiscal italiana registra las oficinas de 41 clubes de fútbol» también tiene su enjundia. Clubes de lo que aquí se conoce por primera y segunda división. En la vieja y triste España nuestros incapaces políticos hablan sin sonrojo de la «deuda histórica del fútbol español» a Hacienda y a la Seguridad Social. No tenga usted una tiendita de cacahuetes y deje de pagar dos meses sus impuestos porque esos mismos políticos auspiciarán que se la embargan.

En aquella república ya han demostrado que en materia de dopajes y corrupciones deportivas no se andan con chiquitas. En este reino de autonotaifas el dopaje es permitido siempre que no queden restos sobre la alfombra; y sobre la corrupción… la verdad es que cualquiera de nuestros políticos carece de fuerza moral para dar ejemplo edificante alguno.