¡Increíble!: «TVE pagó un millón (de euros) a Nadal por sus declaraciones en exclusiva tras los partidos durante dos temporadas».
Si lo hubiera pagado una de las cadenas privadas yo hubiera dicho que se trataba de un dispendio, pero que allá cada cual con sus finanzas. Lo cierto es que las televisiones privadas no han caído en tal procacidad, sino que lo ha hecho la corporación pública con el dinero de todos los contribuyentes.
Lo indignante es que se trata del mismo Rafaelillo Nadal al que se le llena la boca diciendo que para él es un orgullo representar a España (majadería ya desmontada aquí) e incluso que él y sus amigos defienden a España, como si el país estuviera en guerra en una cancha de tenis o un campo de fútbol. El mismo Rafaelillo que se atrevió a pedir socorro y defensa al desGobierno español. Si tanto amor tiene a la patria debería hacer gratuitamente sus declaraciones en la televisión pública para que llegaran a todos los españoles que se desviven por sus resultados: “Cuando oigas a un hombre hablar de su amor por la patria, es signo de que espera que le paguen por eso” (Henry Louis Mencken).
¡Un millón de euros por dos años diciendo tonterías al acabar un partido! Es que yo no le daba ni un millón de pesetas. ¡Un millón de euros! ¿Cuándo los ganará un mileurista de catorce pagas anuales? Necesitaría setenta y un años y medio trabajando… Es decir, NUNCA, porque necesitaría más de una vida laboral. Qué vergüenza, qué despilfarro, qué robo al contribuyente… Ese contribuyente que se ha dejado convencer por los poderes públicos de que «somos» los mejores del mundo y se ofende si alguien habla de jeringuillas y deporte español, y pierde el tiempo escribiendo tuits diciendo que la tortilla de patatas es mejor que la francesa. Zoquete, que en Francia no llaman tortilla francesa a la tortilla de dos huevos batidos. Y así nos va… Engañados, alienados, embobados.