Sentencia inapelable

Mientras esta mañana me tomaba un caldo (no está la climatología norteña para otros piscolabis, y tengo prohibido el café), dos parroquianos del bistró en el que me refugiaba charlaban animosamente acodados en la barra a un metro de mi paraguas:
—Déjate de gaitas: Alberto Contador es culpable de dopaje.
—¿Y cómo puedes «tú» estar tan seguro? —su contertulio trataba de ridiculizarle a través de la sátira.
—¡Toma!, pues porque lo ha dicho el TAS.

«Y punto pelota«, me dije yo. (enlace visto en Ciclismo 2005).