Deporte y política a la italiana

La noticia me ha dejado un sabor ambivalente, agridulce… me ha puesto a pensar: Dimite la ministra italiana del deporte.

La aún muy atractiva Josefa Idem (1964), supermedallista olímpica y multilaureada mundialmente, ha tomado la decisión más sencilla… y la más difícil: ha dicho adiós a su sueño político.

Unos dinerillos de nada distraídos con buena voluntad hace unos seis años han sido la causa. Infórmese, apreciado lector, en la noticia enlazada, y proseguiré con mi monólogo.

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El sentido de la proporción

A veces pierdo el tiempo con los vídeos que los medios de comunicación serios extraen, copian o fusilan directamente de youtube, y el que he visto hoy me ha crispado hasta el punto de agarrarme al teclado.

Quien haya parado por aquí antes, o simplemente quien se haya detenido en leer el subtítulo de esta bitácora, ya se estará temiendo lo peor al ver el vídeo.

A mí, la verdad, el supuesto maltrato que el chaval da al perro me trae sin cuidado. Más me preocupa la moralina de la que hacen gala los medios de comunicación que dictan a la opinión pública lo que debe opinarse en público. Y estos medios de masas se dejan manipular por una clase política cuya consigna es desviar la atención sobre lo que verdaderamente importa. Cuando no haya fútbol hablemos de un perro y elevemos superlativamente un hecho nimio y puntual aunque sea a costa de la salud mental de un mozalbete adolescente.

Pero antes de dar mi mazazo, vayamos por partes y analicemos el vídeo.

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Deporte: panacea universal

Relatan los historiadores que en tiempos del medievo, y aún antes, existía gente estudiosa, llamados alquimistas, cuyo motivo de estudio caminaba a caballo entre la superstición, brujería o magia, y la ciencia propiamente dicha, abarcando esta alquimia algunas otras disciplinas más.

Entre las infructuosas búsquedas de estos alquimistas se encontraban la archiconocida piedra filosofal, el elixir de la vida (o de la inmortalidad) y también la panacea universal; era ésta un pretendido medicamento que curaría cualquier enfermedad humana.

En nuestra época actual los alquimistas medievales estarían de enhorabuena y felicitarían a nuestros políticos, auténticos alquimistas contemporáneos, herederos de aquellos merlines que fraguaban imperios a base de intrigas, que manifiestan con avilantez haber encontrado finalmente la cura a todos los males que nos asolan tanto como individuos que como colectivo: el deporte.

Sirvan, pues, ejemplos obtenidos sin mucho esfuerzo leyendo las secciones deportivas de algunos medios de comunicación de estos días atrás:

Si estoy en lo cierto… me da que nuestros políticos (con la ayuda de los periodistas, estén o no a sueldo) sólo nos venden humo. Y nosotros lo tragamos obedientemente.

Me gustan las rubias y las negras

A estas alturas seguro que resulta cómico enunciar que este mundo está dirigido sólo por el dinero y por ningún otro valor que no sea susceptible de convertirse en moneda. Obviamente, la evidencia es la que lleva a la comicidad.

El ámbito del deporte, inserto en este mundo dirigido por el vil metal, no va a ser ajeno a ello a pesar de que nos glosen las bondades del deporte para con el individuo.

Lo que ya no resulta tan hilarante es la manipulación de datos y de objetivos y de decisiones y de información de que somos objeto constantemente, a tal punto que uno ha llegado a desconfiar de todo aquello que se presenta como evidente. ¿Por qué ha de ser así y no de otra manera? ¿Por qué me insisten ahora en algo concreto? ¿Qué se traen entre manos? ¿Qué buscan si es que me convencen de lo que pretenden?

Por eso cuando he leído la noticia de que un estudio afirma que la cerveza es buena para el deporte he sospechado que aquí había gato encerrado. Y he recordado otra noticia de hace ahora cinco meses. Pero dejen que me explique…

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Nueva ley excretada por el conducto habitual

En La Rioja, una de esas inexplicables comunidades autónomas uniprovinciales desde el punto de vista de la eficiencia económica (aunque pueda tener su lógica desde la eficiencia administrativa… aunque de ser así sobrarían las demás comunidades autónomas, donde cada provincia goza de su correspondiente diputación provincial) han parido otra ley: una ley del deporte nueva.

Esto de excretar leyes sirve de justificación a la existencia de políticos y demagogos, de sus adláteres y secuaces, de palmeros y comepingas varios. ¿Por qué no sancionar una ley en un marco tal que pueda ser modificada aquí y allá parcialmente pero que nos dure cincuenta o noventa años? Uno tiene la sensación de que la puñetera obsolescencia programada se ha instaurado también en los diminutos gobiernos españoles.

Decía que han parido una nueva ley que, alardean provincianamente, tiene casi 200 artículos; como si de la cantidad se derivara indefectiblemente la calidad. Continúa el periodista glosando que la ley que van a derogar llevaba vigente desde 1995, como si esto no fuera ayer (muy posiblemente el becario haya nacido en esa década), y nos explica que el motivo ha sido «que las administraciones (sic) y las federaciones no pueden ser ajenas a la nueva realidad deportiva»; pero, ¿de qué nueva realidad deportiva nos hablan? De forma un tanto críptica y algo oscurantista se nos dice que «la administración (sic) modificará el ámbito normativo y las federaciones ampliarán su ámbito de actuación». Pues bueno, pues vale, pues muy bien.
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